Carta a ti que me dejaste… en visto

06.11.2017 22:38

No, no sé. No sé expresar mis sentimientos a viva voz. Soy incapaz. Ideas que se me cruzan y acumulan en la cabeza, palabras se me atoran en la garganta y un nudo que no me deja hablar. Es por eso que escribo. Plasmo en un trozo de papel en blanco todo aquello que llevo dentro y que quiere salir a gritos, a borbotones. Mi vía de escape. Porque no hay que guardarse lo que uno siente o te acabas ahogando, consumiendo, destruyendo. Pero cuántas veces callamos. Recuerdo que hace años un buen amigo me dijo: "nunca tengas miedo o vergüenza de decirle a alguien lo que sientes. Si es una persona de bien, aunque no te corresponda, tratará con respeto tus sentimientos. Si eres su motivo de burla o de rechazo, sencillamente habrás descubierto que no es merecedora de ti". Gracias.

Por eso hoy, yo, la mujer con la que conversaste, con quien saliste y tuviste una química que parecía increíble, te escribo. Porque has formado parte de mi vida; porque te convertiste, en apenas unos pocos meses, en alguien especial; pero un día simplemente decidiste dejarme sin más explicación. Esperé tus respuestas, tus palabras, pero sólo encontré ausencias, vacíos. Y comprendí que tus silencios encerraban lo que no querías decir. No lo merecía. Es cobarde dejar que el silencio sea la respuesta. Respeté tu silencio, pero tú debías respetar mi incertidumbre, mi necesidad de saber. No hay rencores. No hay culpas. De nada sirve ya. Ya nada va a cambiar. Sólo se trata de plasmar con palabras lo que llevo dentro de mí, lo que está pasando conmigo y mis sentimientos. Esos sentimientos que un día decidí, aún con mucho miedo y muchas reservas, poner en tus manos. Te creí merecedor de ellos. Creí que los tratarías con el respeto que se merecían. Esos sentimientos que no sé en qué momento decidiste tirar a la basura al tomar tu decisión de irte sin más. La emoción me nubló la vista.

Te has intentado refugiar en mí para aliviarte de tu dolor. Pero no me necesitas a mí ni a nadie. Ni yo tampoco. Nos bastamos y nos sobramos para tener una vida llena por nosotros mismos. Somos seres completos y fuertes. Yo lo soy. Y tú también. Lo tengo claro. Lo vi en ti aunque tú no te creas capaz. Yo estaba ahí para intentar mejorar cada momento que desearas compartir conmigo. Para pintar las paredes de tu casa de colores y que tú llenaras mis sábanas de sudores. Para que sonrieras al pensarme. Para que nunca te esperaras cual iba a ser nuestra próxima locura. Para beberte. Para lamer tus heridas. Para compartir nuestros miedos y poder mirar debajo de la cama sin que nada fuese a atacarnos. Para hacerlo intenso. De la mano.

¿Qué pasó? Te di tu espacio. Accedí a vernos cuando tú quisieras. Para mí también era importante llevarlo con calma. Pero los rayos de felicidad dejaron de brillar poco a poco. Y me conformé con tus migajas. ¿Desde cuándo quedabas sólo por compromiso? Aunque tu mano estaba entrelazada a la mía no estabas conmigo. Caminaba sola. Cada día estabas más ausente. Nos opacó una nube gris que jamás estuviste dispuesto a despejar. ¿Desde cuándo te metías en mi cama sólo por follar? Aunque tu cuerpo dormía a mi lado tu mente viajaba a otros lugares. Sentía la verdad en mi cuerpo, pero nunca fui capaz de decírtelo. Nunca fuiste capaz de decírmelo. Muchas noches sigo especulando. Entro en bucle. ¿Cómo hubiera sido tener otro final? No hubo despedidas. No hubo palabras desgarradoras. Simplemente te desvaneciste. Espero que saques una lección de esto. Cuando se deja de sentir es muy fácil abandonar. Apúntatelo. Tú ya me entiendes. Yo he aprendido que dan igual tres que treinta. Cuando se deja de sentir es muy fácil dejar en visto. Me lo apunto. Tú ya me entiendes. Todavía no he aprendido a no esperar nada de ti, a no tener expectativas. Pero poco a poco dejarás de aparecer en mis pensamientos. Llegará el día en el que te perderás en mis recuerdos.

No te deseo el mal. Al contrario, espero que encuentres un buen amor. Una persona a la que sí quieras intentar mantener a tu lado. Un amor sin punto final. Aunque jamás encontrarás a alguien como yo. Y no, no soy pretenciosa. Lo digo porque todos somos seres únicos, inigualables, especiales de los pies a la cabeza. Un día creerás que ya me olvidaste. Pero no, pasarás por algún lugar o llegará a ti un olor que te hará pensar en mí. Nadie podrá ocupar mi lugar. Nadie podrá ocupar tu lugar. Yo siempre te echaré de menos, porque hay historias que no se olvidan. Hay personas que te llegan tan adentro que cuando se marchan nada vuelve a ser igual.

Te deseo lo mejor a ti, quien me dejó... en visto.

—————

Volver


contador de visitas web