Armas de mujer

30.10.2013 17:49

Hace unos días estuve hablando con una amiga de esas a la que no ves todo lo que quisieras, pero con quien hablas todas las semanas por teléfono como mínimo una hora para ponerte al día. Trabajo, ¿qué has hecho el finde?, te recomiendo este libro, la familia "todo bien gracias", y, como no, hombres. Yo de éstos últimos no tengo mucho que contar porque estoy en época de vacas flacas anoréxicas, pero ella, por el contrario, está en racha y como suele decirse "si triunfa una, triunfa el equipo".

Pues bien, me contó que hace unas semanas conoció a un maromo muy alto, muy guapo y muy apuesto él. Intercambio de teléfonos, mensajitos vía whatsapp y un par de citas más bien agradables. Pero el chico parece ser que en según qué cosas es más soso que un potaje de habas no acaba de arrancar y mi amiga, muy resuelta ella, decidió en la última cita darle un empujoncito y sacar todas sus armas de mujer.

Armas de mujer. Desde ese día estoy venga a darle vueltas a las dichosas armas de mujer. Y tantas le he dado que hasta me he documentado preguntándole al tito Google, él que todo lo sabe. Hay tal cantidad de información que se pueden hacer varias tesis doctorales y rellenar horas y horas de debates. Y es que hay para todos los gustos: libros como "Armas de mujer: todos los secretos para convertirte en
una diosa sexual y volver locos a los hombres", foros "Me gustaría emplear correctamente mis armas de mujer", artículos en importantes periódicos de tirada nacional "¿Cuáles son las armas de mujer?", y diversas y variadas entradas en blogs. Ojiplática me hayo.

Pero es que aquí hay mucho pollo para tan poco arroz, porque al final todos te vienen a decir que si quieres triunfar como la coca cola tienes que descolgar del armario tu vestidito más sexy, sacarle punta a los tacones, perfilarte los morros labios de rojo intenso, ponerte dos capas de rímel en las pestañas, estrenar un conjunto de ropa interior de encaje fino y tatuarte tu mejor sonrisa. A todo este sofisticado atuendo añadirle un cruce de piernas que ni la Sharon Stone en Instinto Básico, espalda recta y voz susurrante. Vamos, de lo más cómodo.

Pero ¿es que realmente todo este circo sirve para algo? Porque yo pienso que si al final acabas donde querías acabar, el vestido, los tacones y las bragas de encaje quedan en un montón en el suelo, el rojo de labios manchando la almohada y el rímel corrido alrededor de los ojos cual oso panda. Y ahí se fueron a hacer puñetas las armas de mujer. Y que no hay ninguna diferencia con las que preferimos unos vaqueros ajustados que marquen trasero, camiseta que deje entrever de manera sugerente el escote y maquillaje favorecedor, pero sin parecer un cuadro de Picasso. Porque si al final San Antonio hace un milagro y acabamos donde no creíamos que podíamos acabar, los vaqueros y la camiseta quedan... ¿adivinas?... en un montón en el suelo.

Así que señoras, tanto para las que son unas expertas en sacar a relucir sus armas de mujer como para las que no encontramos el manual de cómo usarlas, la realidad es que una vez nos dejan en cueros, el final es el mismo, todo con lo que te adornes acaba... desperdigado por el suelo. Y a partir de ahí, apáñatelas como puedas, porque ya no hay Dios armas de mujer que te puedan ayudar.


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