Disfrazada

30.04.2015 18:21

No soporto una cita un viernes o sábado por la noche que incluya el gran planazo de cine, cena y polvo. No soporto lo previsible. Prefiero mil y una veces una escapada a un parque, a la playa o la montaña un sábado al medio día, con una tortilla de patatas y unos filetes empanados en un tupper. Porque a mí me gusta la tortilla de patatas fría. Y el sexo por las mañanas con los dientes sin lavar y las legañas pegadas, o en las tardes de domingo. Dormir en modo cucharita, pero abrazándome yo a él para soñar pegada a su espalda.

No me gustan las joyas ni los regalos carísimos. Siempre un pequeño detalle hecho por la otra persona. Los regalos que hago, prefiero envolverlos yo misma.

Me gusta la música de los años 80 y principios de los 90, española, de la Movida Madrileña. Las películas latinoamericanas, sobre todo argentinas, y las españolas. Odio las americanadas. Me encantan las series antiguas, McGiver, V, El Gran Héroe Americano, El Coche Fantástico, Equipo A. Odio los programas de la prensa rosa y los "realities". Un, dos, tres..., la Bola de Cristal mis clásicos favoritos.

No me gusta que me llamen Mari.

Siempre que puedo dejo para mañana lo que puedo hacer hoy. La constancia y el tesón no son mis fuertes. Me encanta dormir. Acostarme tarde y levantarme más tarde aún. Soy puntual, por eso me gusta la gente que también lo es. Suelo andar descalza y sentarme y tumbarme en el suelo.

No me gusta hacer deporte. Me aburren las clases de aerobic, spinning, pilates y demás. Si tengo que hacer algo de ejercicio, cinta, pesas y máquinas.

Me dan miedo las tormentas.

Me gusta leer en papel, como toda la vida. Y las librerías. Y las bibliotecas. Porque me gusta subrayar o escribir en una libreta las frases de los libros que me llaman la atención. Mi libro favorito es It de Stephen King y Como Quisiera de Maná, mi canción. Cuando una canción me gusta me la pongo en bucle. No me gusta que me lean, me pongo a pensar en las musarañas y pierdo el hilo.  Me gustan los juegos de mesa y sobre todo el ajedrez. Y ganar.

Cuando me voy de viaje prefiero patearme la ciudad y no usar el transporte público. Disfrutar de los olores, colores y personas de a pie del sitio que visito. Me gusta ver las fotos en papel.

Me dan un asco que me muero las cucarachas, las arañas y las serpientes, pero adoro a los animales. De hecho soy capaz de hacer por un peludo de cuatro patas lo que no haría por un humano de dos. Mis flores favoritas son los girasoles.

Tengo un tatuaje y me gustaría hacerme otro, que baje por la espalda desde la base de la nuca, pero por razones laborales nunca me lo haré. No están bien vistos. Hacerme cosas raras en el pelo, cortes asimétricos, mechas de varios colores y tintes de rojizos vivos, pero ya no puedo.

Odio el whatsapp, los emails y toda esta tecnología moderna que uso día a día. Donde esté una carta, una llamada de teléfono o una conversación cara a cara que se quite toda esta mierda. Me gusta salir un miércoles por la tarde noche a tomar unas cañas para romper la monotonía de la semana. Y sentarme en la barra a tapear.

La luna llena.

Odio ponerme mis zapatos de tacón para ir a trabajar, aunque es para lo que más los uso. Me encanta ponérmelos con unos vaqueros rotos y una camiseta que deje los hombros al aire. Así es como me siento más sexy. Se prefieren un escote generoso y una falda corta, pero la sensualidad de unos hombros al descubierto no la supera nada, por mucho que digan.

No me pone nada ver a un hombre conducir. Lo que me pone es verlo entre fogones y sartenes mientras me prepara la cena y yo abro una botella de vino y le paso una copa. Me gusta conducir a mí. Y dejar la cena a medio hacer o que se queme mientras me empotran contra el frigorífico y me besan el cuello. Así, todo un poco animal.

Dicen: "Debes comportarte como una señorita, no reírte a carcajadas, ni enfadarte con rabietas, nada de palabras malsonantes, ni llorar en público". Pero eso es disfrazarme de normal para encajar con los demás. Jugar a ser normal en este mundo, un mundo donde nada es como parece y nadie es como dice ser. A mí me gusta reírme a lo grande, enfadarme a lo bestia y con mi "malafollá". Esa "malafollá" con la que puedo asesinar con la mirada y hacer arder Troya, pero que luego se me pasa en nada. Efecto gaseosa que lo llamo yo. Llamar a las cosas por su nombre y decir y mostrar lo que siento. Llámame loca.

Dejarse fluir. La religión budista dice que uno debe olvidarse de la idea de lo que es normal y empezar a vivir la vida de la forma que uno quiere vivirla. Pues eso.

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